La negativa de Morrison a abordar el clima y la ‘doctrina de la prosperidad’

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Imagen AAP (Mick Tsikas)

¿Cómo se explica que un Primer Ministro diga que acepta la ciencia del cambio climático, reconozca el vínculo entre él y los devastadores incendios forestales y luego decida no hacer nada al respecto?

Morrison insiste en que Australia está haciendo más que la mayoría, lo que obviamente no es cierto; que las emisiones están cayendo, aunque eso sea sólo resultado de trucos contables; y se niega a elevar los objetivos de emisiones de Australia.

¿Por qué? Parte de la culpa recae en la influencia de los parlamentarios del Partido Liberal y Nacional, de extrema derecha y negadores del clima, que parecen tener una influencia viciosa sobre los números de la coalición. Y luego está el poderoso lobby de los combustibles fósiles, que parece tener influencia financiera sobre la coalición y una hipoteca sobre algunos de los puestos asesores clave del primer ministro.

Pero, ¿necesitamos también considerar la influencia de la fe cristiana de Morrison y, en particular, la “doctrina de la prosperidad” o el “evangelio de la prosperidad” que suscribe su iglesia Horizon? Esta creencia afirma que los recursos del mundo están ahí para ser explotados, que los cristianos tienen la obligación de hacerlo y que sólo Jesús puede afectar el clima.

Una de las principales funciones de la “doctrina de la prosperidad” era eliminar de los ideales cristianos tradicionales cualquier obstáculo al beneficio personal y la prosperidad. En cuanto al cambio climático, es él quien está ayudando a atraer a los “conservadores tradicionales”, si Morrison profesa serlo, a los brazos de la extrema derecha.

Esto podría explicar por qué Morrison está tan comprometido con la promoción del sector del carbón, por qué llevó un trozo de carbón al Parlamento declarando “No tengan miedo”, por qué se burla de las nuevas tecnologías limpias y por qué su única reacción tangible ante los incendios forestales fue la de El objetivo era obligar a los estados a liberar las reservas de gas de Australia (un combustible fósil más contaminante, por supuesto) para una mayor explotación.

Mientras tanto, no existe tal exención en materia de cambio climático; incluso si la caída de los costos de la energía eólica, solar y del almacenamiento hace que la transición a una economía sin emisiones de carbono sea asequible y muy probablemente rentable debido a las oportunidades que presenta. En cambio, el gobierno ha recurrido a la “Doctrina Lomborg”, que ignora deliberadamente las tecnologías de almacenamiento y energía renovable existentes y pone todas sus esperanzas en más investigación y desarrollo.